No te lo puedo decir: La intro del disco arranca con un bajo distorsionado y recuerda tanto a Type O Negative como al doom épico de Pallbearer. Lo cierto es que la atmósfera propone un doom épico, pagano y popular en el que las guitarras gemelas de marcan el pulso. Lo irónico del título termina por cerrar una atmósfera ideal para calentar motores.
La Nassa: Además de ser el primer corte del disco es una arranque que genera rápidamente un nivel de arenga que a esta altura es marca registrada de la banda. Bien ganchera desde lo musical propone un fraseo particular y agresivo. “Gastando, haciendo pobres” canta Larralde casi dejando la garganta en cada intervención. Definitivamente todo parecido con este 2019 en Argentina no es casualidad.
Vamos!!! En la misma senda que la anterior propone un riff bien filoso que sostiene la atmósfera. “Crucificado el carro por su pan, todavía hay almas que podemos salvar" canta Larralde. Un interludio estructurado en un machaque bien ganchero, transforma la canción en un frenesí instrumental que sigue la intensidad de Pato y potencia las virtudes sonoras.
Senda de la luz fantasmal: Empieza con un riff matemático a lo Mastodon para contarnos "no ven que nada nos alcanza para salvar a la verdad" en una de las canciones más melódicas del disco. Líricamente la propuesta es denunciar el oscurantismo dejando en los oyentes la incertidumbre sobre la respuesta de quien ha sido el culpable.
El coso: Cerca del crossover y por lo tanto del hardcore en un tema que no da respiro ni desde lo lírico como lo musical.
Con la suerte de saber: Interesante atmósfera que mezcla el heavy metal clásico con cierto aire contemporáneo. Aquí las voces son más melódicas y no tan gritadas como en el resto del disco. “Que caro loco está el peaje de la libertad/ hagamos un esfuerzo más/ sigan bajando de peso que necesitan recaudar” canta Larralde antes de gritar “muéranse hijos de puta” volviendo a su faceta más agresiva. Gran hit para los tiempos que vivimos.
Pechos Flacos: Una descarnada mirada de la pobreza. “Niños que no crecen. Estómagos inflados de esperar / las promesas las que escuchamos siempre /quietas como nuestro destino parados al borde de la esperanza / esa que siempre que cae al vacío” canta en el contexto de un riff melancólico que sube en intensidad y dramatismo.
Pa el monstruo: Bien centrado en guitarras rockeras que incluso proponen un riff que recuerda vagamente a “Live wire” de “Motley Crue”. En medio de una letra que podría haber sido compuesta por el Iorio más irónico, las guitarras gemelas a lo Maiden terminan por construir la canción con la atmósfera más “alegre” del disco.
No hace falta que pregunte: Si dijimos que el comienzo del disco proponía un clima ligado al doom, el final no hace más que confirmarlo. Un comienzo con aires doom bien sabbathico (obvia referencia a “Sabbath Bloody Sabbath”) rápidamente se transforma en doom épico en lo que es el momento más climáticos de la placa y un interesante cierre para un disco por pesado, ganchero y por sobre todas las cosas entretenido.