Steely Dan es la entrada “a un mundo de placeres y satisfacciones” dice Pablo “Huija” Andrés para presentar una de las bandas más inclasificables de la música norteamericana de principios de los setentas aún en actividad. A la hora de pretender incluir a la banda en un género determinado la respuesta de Huija apunta más a abrir los paisajes sonoros que a cerrarlos. “Es una banda medio indefinible que coquetea un poco con el rock, un poco con el jazz, un poco con funk, un poco con el pop, un poco con el soul” dice y trata de dar una especie de definición de lo indefinible. “Es algo de todo eso y a la vez no se encasilla en un estilo. Eso la hace una banda con mucha personalidad y la convierte en inimitable”, concluye a la hora de pensar el impacto a través del tiempo.
La historia de nuestro protagonista con la banda se remite a un año, 1992 y a una revista: Modern Drummer. Allí una nota rememoraba a Jeff Porcaro uno de los bateristas históricos de la banda y esa misma nota incluía un recuadro que mencionaba todos los bateristas que habían pasado por la banda, algo que le llamó la atención pero que en aquel momento no le terminó de impactar. Recién varios años después se encontraría formalmente con la banda. “Al principio la sutileza de la banda no me llegaba pero el tiempo y algún amigo muy insistente hizo que empezara de a poco a bucear en la discografía” dice y luego termina concluyendo “un poco fui cambiando mi oído acostumbrado al rock, metal y al jazz rock donde el virtuosismo era más evidente”.
Si hablamos de momentos inolvidables con relación a la banda, Pablo menciona que desde 2011 para acá la presencia de la banda es “casi diaria” e incluye haberlos visto en vivo varias veces. Tal vez por eso, elige una anécdota que tiene que ver con una de sus canciones preferidas. “La primera vez que los fui a ver fue en el 2013 a Nueva York fui a los siete conciertos que realizaron”, recuerda y cuenta, “uno de mis temas preferidos es Pretzel Logic y en los primeros seis shows no lo habían tocado, lo cual me dejaba casi sin esperanzas. Al séptimo show la lista se había acabado y con el escenario apagado se escucha el inicio de piano de la canción. Fue como un regalo”, rememora y da la pauta de lo especial que es la banda en su historia musical.
Precisamente la historia musical actual incluye a Pablo “Huija” Andrés dentro de la formación de Los Antiguos recientemente nominados a los premios Gardel en la categoría mejor álbum de rock pesado por su disco “Oro para las naves”. La pregunta es obvia teniendo en cuenta que la banda se aleja claramente de la propuesta de S.D. ¿Hay algo de Steely Dan que “Huija” utilice en Los Antiguos? La respuesta sorprendentemente es afirmativa “En forma consciente hay una sola cosa, que aparece en tema el ritmo de blues lento que tiene el sureño” cuenta y completa la idea “Cuando lo toco, para mantener la cadencia y el swing, pienso en Pretzel Logic que es un blues lento con un shuffle bastante pausado que funciona a un tiempo similar a lo que hago en esta canción”, en lo que es una inesperada reflexión teniendo en cuenta de lo que se espera como influencia respecto a una banda ligada a un rock pesado más moderno.
Luego de recorrer brevemente la historia de Pablo “Huija” Andrés y su entrañable relación con Steely Dan queda empezar el recorrido que permita transitar los caminos musicales de la banda. “La banda tiene una ventaja, se puede empezar por donde quieras. Cualquier disco que llegue a tus manos puede ser buenísimo para empezar a disfrutarla, pero para la persona que está empezando de cero o tiene la inquietud hay cuatro puntos de partida que me parece que pueden mostrar las distintas dimensiones de su música” dice y presenta sus elegidos.

Can't Buy a Thrill (1972)
“Es el primer disco de la banda. La anécdota principal es que ellos no querían tener una banda sino que querían ser compositores del roster de ABC Records (Ndr. Sello histórico de en los sesentas y setentas para la música estadounidense) con el objetivo de componer para otros artistas, lo que en definitiva implicaba no tocar sus propias canciones. Nuestros protagonistas Donald Fagen y Walter Becker quienes sostuvieron en conjunto a la banda hasta la muerte del segundo en 2017 viajaron de New York a California y ahí comenzó formalmente la historia. Es una manera interesante de empezar a conocer la historia de la banda porque el hit que más se conoce de ellos es el primer tema del disco Do it Again (no conozco a nadie al que no le haya gustado este tema) y un segundo hit que se llama Reelin' in the Years. Este disco tiene una luminosidad muy típica de la época, un sonido muy cálido y unas canciones muy elaboradas algo que de por si caracteriza a la banda. El contexto acá es importante, es el primer disco que sale de la era post hippie por lo que conserva cierto optimismo de aquella época. Son canciones con cierto contraste. Tiene temas lentos, nostálgicos y evocativos pero aquí entra una característica clave a nivel lírica: Steely Dan maneja un humor muy ácido pero lo que parece nostálgico, evocativo o sensiblero nunca lo es. Siempre hay una línea vocal o algún fragmento de letra que echa por tierra con cualquier sentimiento naif que pueda tener la música. Como conclusión este disco es un punto luminoso por el cual a entrar a la banda”.
“Pretzel Logic” (1974)
“Es el tercer disco de la banda. Otro disco de canciones conocidas como Rikki Don't Lose That Number, la que da al nombre al disco o Any Major Dude Will Tell You entre otras. En este momento la banda que había sido formada a regañadientes por cuestiones de promoción del sello, se encuentra con una especie de problema: a nuestro dúo de protagonistas no les gustaba mucho la instancia de giras tan frecuente en los años setentas. No disfrutaban las penurias de la ruta ni tampoco eran cultores de los excesos propios del estereotipo del rocanrol. Su perfil era más retraído e intelectual. En este disco toman las riendas de la banda definitivamente, ponen de manifiesto que ellos toman todas las decisiones y los músicos que completaban la banda pasan a ser en la mayoría de los casos sesionistas. Continúan con un sonido muy cálido, pero empiezan a buscar un sonido más elaborado y más buscado. Empieza a encontrarse la precisión quirúrgica por la cual es conocida la banda, sin perder la calidez de las canciones y el detalle en cuanto a la armonía y la construcción de los temas. Desde el punto de vista de la lírica aparecen las referencias literarias, las letras sardónicas y tiernamente cruentas que suelen realizar en sus canciones. Es un disco que de alguna manera contiene lo mejor de los dos mundos: la calidez de los principios junto al comienzo de la era del Steely Dan de laboratorio”.
The Royal Scam (1976)
“Quinto disco de la banda. En esta época estaba completamente definida la idea del dúo como creador de canciones secundado por un innumerable grupo de sesionistas que ellos convocaban y probaban en cada sección de ritmo y en diferentes canciones. En este caso el baterista principal es Bernard Purdie quien grabó con casi todo el mundo de la época dueño y que además de un groove indestructible digno de los mejore bateristas de color. El gran protagonista de este disco es Larry Carlton quien aún hoy suele ser un referente por su trabajo en solos como Kid Charlemagne, y Don't Take Me Alive entre otros. Este disco es reconocido como el disco de guitarras de la banda. Discazo”
Aja (1977)
“El último de los setentas. Según la crítica mundial este disco es el Steely Dan acabado. Se suele decir que los cinco discos anteriores conducen a Aja. Tiene un sonido mucho más fino. Fue declarado como patrimonio nacional de Estados Unidos por su calidad sonora y compositiva. Tiene más presencia de jazz que de rock sin ser estrictamente jazzero porque hay una combinación de blues y de jazz. Lo curioso es que está tocado y grabado de una manera que hace que se lo catalogue como frío. Lo que nos pasó a varios en la primera escucha sin saber de qué se trata la banda o no sin tener tanta música escuchada es que a primera oída parece un disco en el que no pasa nada. Cuando volvés a escucharlo te das cuenta de que pasa de todo y no podés parar nunca de descubrir cosas. Tiene una tema autográfico y fantasioso que se llama “Deacon Blues” que habla de ser un músico de jazz sin éxito y además tiene la canción que da nombre en el disco que incluye un solo de batería de Steve Gadd que fue lo que me llevó a conocer la banda, ligada a cierto mito que decía que si uno quería ser baterista debía escuchar ese solo. Luego tiene dos hits, "Peg" y "Josie", de aire más pop que hace que en conjunto con las demás canciones que sea considerado su obra cumbre. En mi caso lo es pero mis preferidos son los dos anteriores que mencioné en la lista”.