La extraña melodía acústica de “King Volcano” hermanada con “Kingdom's Coming” fue el inicio introspectivo del show. Si la primera sirve como una introducción casi declamativa, la segunda empieza a transitar el camino de oscuridad sostenida en la voz gruesa y profunda de Murphy. “Double Dare” y “In the Flat Field” muestran la versión eléctrica de la banda que comienza a tomar temperatura a pesar de que Murphy se presenta visiblemente enojado y ofuscado con los organizadores y el lugar en sí. Precisamente “Boys” (antes había pasado “God in an Alcove”) es una muestra real de su enojo con gestos incluidos lo que paradójicamente le dio al tema una intensidad más que interesante. Luego “Silent Hedges” con una bella introducción acústica y un consecuente paso marchoso junto a la ganchera “Endless Summer of the Damned” movilizaron al público, mientras que “Spy in the Cab” volvió a situar la noche en un clima oscuro, denso y opresivo en un show hasta ese momento correcto.
La esperada “Bela Lugosi's Dead” (tal vez uno de los hits más oscuros y deformes de los ochentas) mostró a Murphy tomado por la sombra del vampiro en medio de una imagen escalofriante.
Sin embargo, la única canción de su etapa solista “A Strange Kind of Love” con le presencia del bajista – violinista Emilio China fue el verdadero punto de quiebre de la noche. Con una interpretación dolorosamente conmovedora, banda, Murphy y público fueron literalmente otros. La esperada “Bela Lugosi's Dead” (tal vez uno de los hits más oscuros y deformes de los ochentas) mostró a Murphy tomado por la sombra del vampiro en medio de una imagen escalofriante. “Kick in the Eye” transformó el Teatro en una pista de baile frenético. “The Passion of Lovers” mostró la versión más dramática y oscura del esta especie de Duque Negro. “Dark Entries” fue vertiginosa y pesada antes de que “Severance” un denso cover de Dead Can Dance anticipara los bises.
Para los bises “She's in Parties” casi milimétricamente pensada para bailarla en algún sótano oscuro de los ochentas, “Telegram Sam” de T. Rex y el homenaje – agradecimiento con una furiosa versión de “Ziggy Stardust” de David Bowie, cerraron el telón sin demasiadas muestras de afecto. La oscuridad, agradecida.
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