En una noche picante, con ingredientes nobles, la cocina elegida fue Uniclub y no tardó en prenderse fuego todo. Un versus por demás interesante y potente. Dos propuestas diferentes pero con el mismo efecto demoledor. Sin dudas una velada memorable.
En una noche picante, con ingredientes nobles, la cocina elegida fue Uniclub y no tardó en prenderse fuego todo. Un versus por demás interesante y potente. Dos propuestas diferentes pero con el mismo efecto demoledor. Sin dudas una velada memorable.
A la hora señalada sonó el primer riff. En escena David Iapalucci y Sergio Conforti en guitarras Mow en bajo y Pablo "Huija" Andrés en batería; encendieron la primera mecha, hasta que la voz de Pato Larralde coronó el momento y cual erupción volcánica brotaron “La Peste Del Sapo”, “Nervioso y Ebrio”, “Los Grises “, “Dios De Los Paganos “, “El Sureño” todos de su primer trabajo llamado “Simple”. Esa energía, la polenta que ponen Los Antiguos, se contagia, se genera un feedback con el público donde el cable transmisor es la música. Se sacuden las cabezas, se aplaude, Pato Larralde agradece, se hace una pausa y continúa el festejo. Las letras de Larralde son un grito, una catarsis, en cada una se vive un exorcismo de viejos demonios y se celebra, hay alegría en el aire, los músicos disfrutan, se abrazan, el Uniclub explota. Imparables y sin escrúpulos continuaron su marcha y dispararon nuevos cartuchos: “Te lo Vengo Diciendo” y “El Hombre Que no se Puede Ir” de lo próximo “Madera prohibida”. El final, a toda furia llegó con “Hecho a mi Medida”. El primer número había pasado y por el abrumador aplauso, se puede decir que salieron victoriosos. Saludaron al público, se cerró el telón, varios quedaron ganas de más, pero lo que siguió sació cualquier estómago exigente.
Pesados y magnéticos suenan los temas de Dragonauta. Si lo anterior había sido rápido y desmedido, esto fue un viaje introspectivo, se navegó hacia las profundidades. Fueron arriba y abajo, en un trance casi inevitable en que el público se dejó llevar literalmente hacia otra dimensión. Con un sonido impecable pasaron, “7 anillos”, “Necrogalaxia”, “God half blind” y “Pyramids”, entre otras. Escénicamente tienen una imagen imponente en la que El Topo Armetta, bajo y voz, Alejandro Gómez - Daniel Libedinsky en guitarras y Ariel solito en la batería se presentan homogéneos y parejos, con movimientos precisos. Casi estáticos atraviesan el concierto abrumando conciencias, generando aprobación, en un viaje que se mantiene constante y en el que Federico Wolman (Festival de los Viajes) se suma, invitado en las voces, lanzando alaridos graves e incluso alzando los brazos de manera casi catártica. Él se despide pero Dragonauta permanece, aún falta camino por recorrer. El juego de luces aporta lo suyo, creando una experiencia sinestésica, el sonido es abrumador y lo inevitable se hace realidad, el show concluye y una vez más este quinteto demuestra la razón de su mística y goce por parte de todos los involucrados.
En definitiva no nos equivocamos si decimos que la noche se vivió cual montaña rusa, hubo momentos de extrema demencia y pasión, pasando por una calma densa pero compasiva. Se sacudieron los cuerpos. El versus fue todo un éxito, sólo hubo ganadores.