Opeth lo hizo de nuevo. Lo que era death metal ahora es rock progresivo. Chau voces guturales. Hola futuro o hacer lo que realmente uno siente.
Opeth lo hizo de nuevo. Lo que era death metal ahora es rock progresivo. Chau voces guturales. Hola futuro o hacer lo que realmente uno siente.
Si el anterior trabajo de Opeth, Heritage, fue criticado desde todos los ángulos que una crítica pueda contemplar, este nuevo disco aumenta la controversia, acentúa la discordia, entierra un pasado y da vida a un futuro que, para algunos, resulta enormemente bello y para otros representa el fin de una banda. Convengamos que desde los comienzos la experimentación estuvo a la orden del día en las composiciones de Akerfeldt y justamente por eso, una agrupación de Death Metal que metía pasajes acústicos, armonías complejas y melodías vocales utilizando voces limpias en sus composiciones en una escena tan conservadora, resultaba difícil que fuera a mantenerse constante a lo largo del tiempo. Si encima consideramos el enorme crecimiento musical de su mente maestra y su extrema afinidad por el buen sonido, entonces quizás podamos comprender un poco mejor hacia donde ha ido a parar Opeth.
De esta manera Pale Communion nos acerca no un disco de Metal sino a un disco de Rock. Sí señores, no van a encontrar en esta grabación casi nada que pueda acercarlos al metal más allá del pasado de sus creadores. Hay aquí un resurgimiento del rock progresivo de los años 70 mezclado con la faceta más experimental y limpia de Opeth. Ya desde el comienzo “Eternal Rains Will Come” abre con una intro de sonido bien setentoso que deja entrever el sonido limpio característico de los suecos recién a los dos minutos y transmite un sentimiento muy fuerte en las melodías vocales y de los solos de viola. Tras ella sigue el que fuera el corte de difusión, “Cusp of Eternity”. Antes de que el disco se editara ya había leído en internet que con este tema Opeth despedía a su pasado, pero no estoy seguro que esto sea así. En el segundo corte del disco uno ya empieza a sentir que lo que sigue difícilmente se acerque a lo que muchos esperaban pero, no obstante, sigue siendo Opeth. Así, prestando atención, se descubre una composición llena de elementos propios de la banda sobre los cuales si apareciera en algún momento una voz podrida no sorprendería en absoluto. Por su parte “Moon Above, Sun Below” sorprende con un sonido y un estilo semejante a Tool en un tema de 9 minutos muy extraño que contiene muchas partes lleno de matices y ritmos diferentes y bien definidos; quizás lo más experimental de este trabajo (NdeR: El solo de viola recuerda muchísimo al Marty Friedman de Rust en Peace). Aclaro que me va a ser inevitable continuar con las comparaciones puesto que el disco muestra una gran cantidad de influencias. De esta manera “Elysian Woes” es una composición casi 100% acústica y melódica que culmina con un final que tranquilamente podría formar parte de un disco de Pink Floyd. Y para mantenernos en la onda del rock progresivo y sinfónico Goblin se hace escuchar con una intro reminiscente del Genesis de Peter Gabriel y su aclamado Tresspass. Quizás uds encuentren otro tipo de sonidos pero yo encontré dentro de esta composición un montón de sonidos y matices que me llevaron automáticamente a ese disco de Genesis. Un tema instrumental excelente que invita a escucharlo una y otra vez para descubrir una infinidad de detalles escondidos. No sé si “River” es el punto más bajo del disco o si “Goblin” hace que no pueda brillar lo suficiente. La cuestión es que el sexto tema del disco, con su tinte folk americano, mezcla de country y rock sureño, no sorprende ni engancha en ningún momento. Seguido de este y ya metiéndonos en el final del disco, “Voice of Treason” nos muestra la cara más oscura de la grabación en una composición muy cinemática y extraña cuyo final, dramático y teatral nos tira de lleno en lo mejor de la placa. “Faith in Others” es, sin dudas, el mejor tema del disco. Una balada que expone la calidad compositiva de un músico que ha sabido crecer y madurar musicalmente con el correr del tiempo. Que no se ha atado a nada y ha dejado que la música en su interior lo guiara en su camino hasta depositarlo en este lugar. Pale Communion es un disco controversial desde la mirada conservadora del metal pero es un trabajo superlativo que se recibe con los brazos abiertos desde la mirada crítica y liberal del buen gusto y las mentes abiertas. No me malinterpreten, no digo con esto que el metal no caiga dentro del buen gusto, escucho esta música desde muy chico y me encanta. Pero justamente porque conozco la música también entiendo a su público y cuando algo se aleja un poco de la media es muy fácil que se cierren y desplacen algo que quizás es de una calidad impresionante.
Ahora bien, es esto Opeth? Si y no, depende que faceta de Opeth decidan ver. Lo que hoy tenemos entre manos estuvo siempre ahí, no es nuevo. Escuchen atentamente y van a encontrar que Pale Communion está desparramado por toda la discografía de Opeth, solo que aquí está todo junto. De esta manera, adquiere un brillo y una trascendencia que, quizás, quedaba opacada o escondida detrás de la violencia, la distorsión y los gritos guturales de un Akerfeldt que hoy ha decidido mostrar un poco más, la otra cara de su banda (o de sí mismo). Y así como hay bandas de metal que maduran en composición y sonido, perfeccionándose con el tiempo hay otras bandas que maduran dejando que su sonido se desarrolle en la dirección que más le plazca aunque esto implique alejarlas del público que supieron cosechar (al menos de la parte más conservadora de ese público). Dignos ejemplos de esto son Opeth, Anathema y Katatonia. Quienes no teman reconocer ese cambio, quienes puedan admitir que una agrupación puede hacer Death Metal en un momento y Rock progresivo en otro, podrán entonces disfrutar de todo el espectro que esa agrupación tiene para ofrecer y, en este caso, un disco realmente excepcional.