Con solo dos guitarras y sus voces Gabo Ferro y Luciana Jury se animan a desgarrar su corazón en una de las obras más poéticamente conmovedoras de este 2014.
Con solo dos guitarras y sus voces Gabo Ferro y Luciana Jury se animan a desgarrar su corazón en una de las obras más poéticamente conmovedoras de este 2014.
¿Es posible pensar el amor o simplemente debemos sentirlo como aquello que nos toma de repente y nos atraviesa parte a parte? Ese oxímoron que estructura El veneno de los milagros seguramente contiene de manera implícita esta pregunta y muchas más. El amor para Gabo Ferro y Luciana Jury es un imposible que contiene lo posible, una contradicción en sí misma donde la naturaleza actúa con leyes propias y no tan propias, una manera de entender un milagro que sana pero a la vez envenena.
“Una deuda del Bien” con la bella y potente voz de Luciana proponiendo el inicio, es el primer recorrido por las variantes de amor imaginando la posibilidad de volver el tiempo atrás y resemantizar lo vivido. “La felicidad es tan grande que de cerca no se vió” es la frase que resalta y brilla melancólicamente ¿Puede el pasado volver a ser en el presente? Seguramente no, aunque el punteo dulce y melancólico nos haga imaginar que sí. Duelar es la manera de superarlo. “Estamos; estarás” agrega futuro a esta descripción y casi como un susurro nos explica que es imposible borrar todo lo que uno ha vivido proponiendo la sanación. “Quiero ser lo que he reído, no solo lo que sufrí” sintetiza el ansia de libertad que propone la canción conjugando los verbos y el transcurrir vital de cada uno de nosotros.
“En el fondo del Mal” enlaza las armonías folclóricas para relatar dramáticamente ese recuerdo doloroso que no es ni masculino ni femenino sino que simplemente es inherente al ser humano. Con un impecable trabajo de armonización vocal y musical entre Gabo y Luciana, la naturaleza toma protagonismo para definir lo que las palabras no llegan a expresar. Su sabiduría es tan inmensa como indescriptible. “Cómo” funciona como una pregunta retórica. Recuerda a la tradición de la poesía española y tranquilamente podría ser interpretada por el genial Paco Ibañez. Su objetivo es buscar la sanación de lo que uno ha vivido. “Sin ley, peso ni carne” es un vals oscuro protagonizado por Jury tan asfixiante como la falta de aire o la falta de amor. A efectos de la angustia por un corazón roto parecen ser la misma cosa.
“Donde suene mi voz, ahí es donde estoy” es la frase que resalta el inicio de “Cuando el futuro se fue” una bella alegoría de como el adiós es una puerta al futuro que sirve para lograr dar pasos firmes en el presente. “Tantos sí para dejarte” se torna melancólica y casi flamenca en la conmovedora voz de La Jury. El corazón parece ir con ese viajero que conduce el amor a tiempos tan distantes como impredecibles. “Bayos negros dormidos” es un oscuro recitado en la voz de Gabo. Recuerda a las intervenciones corales de Federico García Lorca en Bodas de Sangre jugando a adivinar un futuro casi siempre trágico y angustiante.
“Entre el rayo y el trueno” se refugia en la naturaleza para mostrar como la lluvia se transforma en el color del arcoíris. “Cuando hicimos color de nuestro cuerpos” seguramente sea una de las maneras más bellas de lo etéreo que implica hacer el amor, en el contexto de una canción que conmueve desde la sencillez y la simplicidad. “El extrañante” propone raíz folclórica para relatar de manera intensa una dicotomía entre lo que está y lo que fue. La superación de lo que fue “Voy a volver a mirar y aprender a andar fecundo” se mezcla en lo cotidiano y hace sentido. Transforma y otra vez sana. Ese parece ser objetivo.
El final del disco con “Mirar o ver” es una declaración de principios. Las voces de los dos protagonistas recitando - preguntando “¿Hemos cantando tanto para esto? ¿Para ver que se cante sin su riesgo?” parece ser la manera perfecta de cerrar el disco. Efectivamente han cantado para esto. Amor, desamor, presente, pasado, futuro y olvido parece ser espejos de los laberintos que cada uno construye en su vida. El canto, su canto es la manera de conducirnos hacia la salida. Gracias por guiarnos.