A la hora de hablar de la fecha en su conjunto, hay un primer ítem que debe ser destacado, y fue la puntualidad perfecta que imperó a lo largo de la duración del Festival. Desde la apertura de puertas, el inicio del show, pasando por los recambios de bandas hasta llegar al final del festival, todo pareció estar cronometrado. Se trata de una primera victoria para la organización. El siguiente punto fuerte de la lista fue la variedad de bandas que participaron. Si bien la etiqueta “stoner” puede no ser realmente fiable para describirlas, en cierta forma lo que realmente une a todas las bandas participantes fue el respeto y la camaradería que se hicieron presentes. Finalmente, la convocatoria fue muy satisfactoria y la interacción entre público y bandas fue muy buena, en algunos casos, hasta excelente. El único punto negativo que no resulta menor y que podría salvarse fácilmente tuvo que ver con el sonido y particularmente el exceso de volumen presente en algunos actos. Aunque no alcanzó para opacar la fiesta, creemos que debe ser corregido para un mayor disfrute.
A las 19 horas, Bhutan dio comienzo al Festival. Actuaron ante un grupo reducido de personas, pero los presentes se mostraron plenamente compenetrados con el show de los pequeños grandes del drone local. El arte de Martín Tarifeño, Francisco Badano y Andrés Gargiulo es digno de presenciar, se meten en la música que hacen y arrastran consigo a todos por un torrente de sonido del que es difícil escapar. No hay mucho más que pueda ser expresado con palabras, más cuando esa extraña densidad que crean muta hacia un monstruo del sludge a lo Crowbar que los hace cambiar de instrumentos para quedar en una formación más tradicional, dejando Tarifeño su guitarra, arco de violín y sintetizador para pasar al bajo que a su vez abandonó Gargiulo para pasar a tocar la batería. El cierre fue tan demoledor como los aplausos que recibieron. Tocaron media hora y dejaron una ironía absoluta, la banda que hace del ruido su música fue una de las que mejor sonó.
Llegarían las 19.40 horas cuando el trío Las Diferencias se apoderó del escenario, ante un recinto que se iba llenando. Andrés Robledo en voz y guitarra, Alejandro Navoa en bajo y Nicolás Heis en batería dieron inicio a una de las presentaciones más despojadas de todo el Festival. Tienen un sonido bastante particular entre el rock y el blues, haciendo bastante hincapié en un ritmo movedizo como eje de la mayoría de sus temas. Los riffs son certeros y eléctricos, y Robledo es lo más parecido a un mini Carca que se podría encontrar hoy en día. Tras hacer “Está Viniendo” en el arranque, tuvieron algún inconveniente con la guitarra que fue tapado por un juego improvisado de bajo y batería hasta que pudieron salvar el inconveniente y seguir con el show. Estrenaron un tema llamado “Un as bajo la manga” mientras se proyectaba el video correspondiente tras ellos y como punto fuerte ejecutaron “A tu pareja”, un particular tema con sabor a blues que parece ser una oda a todos los patas de lana que se esconden en closets ajenos. Otra media hora transcurrió rápidamente, y dejaron el escenario libre para la siguiente banda.
Los tiempos son exactos, así que a eso de las 20.20 ya estaban Los Antiguos sobre las tablas. El Vorterix ya estaba bastante lleno, y el hecho de que todos los presentes que llenaban el centro y los costados del lugar se aproximaron lo más posible al escenario evidencia que se trataba de una de las bandas convocantes de la noche. La intro fue demoledora, con el Pato Larralde sentado mientras David Iapalucci y Sergio Conforti en guitarras, Mow Houdin en bajo y Pablo Huija en batería literalmente destrozaban todo. Cuando el Pato se paró, fue para detenerse al borde del escenario para comenzar el show cantanto “Nervioso y Ebrio”. A nuestro gusto, el sonido estaba demasiado elevado, casi a un punto insoportable, y tanto la voz y las interesantes letras de Larralde quedaron muy bajas dentro de la bola de ruido. Es una gran banda a la que no le falta fuerza ni melodía, de modo que el exceso de volumen en esta ocasión fue una verdadera pena. De cualquier forma, el público pogueó por primera vez en la noche, particularmente en el centro del lugar, cerca de la valla de seguridad, y alzó cuernos entusiasmado. El carisma de los integrantes, los rostros de felicidad de los integrantes y el constante contacto con los presentes, sumados a la humildad ejemplar del Pato, que se mostró agradecido y emocionado ante lo que veía. Sonaron “La peste del sapo“, “La culpa del viento”, “Los Grises”, “La Gran Campana”, “Dios de los Paganos” y cerraron con “El Sureño”. Parece que la comunión supera todos los inconvenientes, hasta los técnicos.
A las 21.10 llegaría el turno de Ararat, con toda su psicodelia hipnótica. En honor al nombre del Festival, el inicio del show por parte de Chotsourian, Fargo y Felitte fue singularmente apropiado. “Lobos de Guerra y Cazadores de Elefantes” tiene esa cadencia que deja a todos en trance, y lo que siguió fue una recorrida por su ya clásica Cabalgata Hacia la Luz. Hemos hablado extensamente de este trío que cada vez se muestra más establecido en la escena local, y esta presentación fue una muestra más ello. Resumidamente, “El Camino del Mono”, el brutal “El Paso”, “Las Dos Mitades” y un cierre ganchero con “Nicotina y Destrucción” fueron estampas fieles de un show aceitado y preciso que por suerte o no, gozó de un sonido excepcional. Si bien persistía el volumen elevado, es posible que el protagonismo de los graves de bajo y batería por sobre la guitarra como sello distintivo de la banda ayudase a lograr un equilibrio.
Quedaba todavía una hora completa de Festival, y efectivamente, el inicio del fin se dio a las 22 horas exactas, con Humo del Cario como la frutilla del postre. Como hicieran a mediados de año cuando presentaron su nuevo material, Juan Manuel Díaz en voz y guitarra, Gustavo “Tano” Bianchi en bajo y Federico Castrogiovanni en batería dieron rienda suelta a “Sepia”, tema que también da inicio a Preludio, primer EP de lo que será una trilogía. En esta ocasión la mezcla de sonido también resultó ser un tanto extraña, haciéndose bola de ruido por momentos y equilibrándose a la perfección por otros. Aún con cierta inconsistencia, el show fue disfrutable, y si bien la pared de sonido a veces era demasiado fuerte, la performance del trío fue precisa en todo momento. La lista fue extensa y variada, pasando por joyas ya clásicas como “A tiempo”, que despertó un pogo intenso dentro del público, a otras como “Los Ojos”, “Panorama”, las dos partes de “El Alba”, hasta los más recientes “Tesla”, “Tres” y “Gigantes”, del EP nombrado. Otros como “Parte del Leon”, “Espada de Sal” y “Cauce” también fueron celebrados. Fue muy interesante como algunos temas en realidad se combinaron en formato de medley, integrándose uno con el otro en puntos clave. Nuevamente hay que destacar los shows en vivo como punto fuerte de la banda, y por una hora casi exacta no hicieron más que eso, que no es poca cosa.
Nos encontramos ante una rara ocasión en la que vale la pena celebrar un espacio ganado y la posibilidad de que una mayor cantidad de público pueda acceder respetuosamente a una variedad notable de bandas, a la vez que señalamos esos errores que molestan como ocurrió con el sonido, a sabiendas de que es algo circunstancial y reparable. Esperamos que la experiencia se repita, como bien dijo el Pato Larralde durante el show, con otras bandas, y que este Vorterix Stoner Fest haya llegado para quedarse. Celebremos lo que tenemos, aunque quede mucho por hacer.