20 de Febrero. Gabo Ferro y Luciana Jury en el Konex. Entradas acá
Si hay algo que define a Luciana Jury es la profundidad de su voz. Transitando el folclore, los aires flamencos y hasta incluso coqueteando con cierto color rockero, la unión con Gabo implicó un proceso de encontrar aquello estructural y profundo que los liga. “Nos conocimos en un escenario viéndonos lo que cada uno hacía con su cuerpo y su voz, entendimos que había algo en común que nos unía. Al poco tiempo Gabo parió estas canciones, inspirado en mis formas y sonoridades y en nuestra forma de volar que creo que es la misma”, cuenta para enseguida continuar “A su debido tiempo me las mostró y luego de haberlas escuchado, sentido y llorado comprendí que había una obra muy importante y bella que dar a luz” en lo que fue un transcurrir en donde la felicidad, el dolor, la angustia y la esperanza estuvieron presentes en la mixtura del proceso creativo.
Creo que tanto Gabo como yo nos quedamos con algo de cada uno para siempre. Así sucede cuando uno se enamora y se entrevera en creación, en este caso, musical. Algo queda del otro para siempre conviviendo con uno
Se suele decir que la unión musical implica una conexión muy profunda que incluso alcanza una familiaridad tan intensa que puede superar lo que uno espera. En este sentido lo fraternal adjetiva la manera de describir el proceso creativo que concluyó en el disco “Siento una familiar manera de sentir la vida. Gabo tiene el prodigio, el milagro de poder volcar en la voz una sonoridad desentrañada. ¿Y qué es lo que desentraña su voz? Las eternas incógnitas de la existencia en primer lugar. Ahí es donde digo, somos hermanos, ¡tenemos un mismo punto de origen! Navegamos por dudas similares, nos llenamos de potencia en nuestro canto cuando nos preguntamos ¿Qué hemos hecho los humanos para llegar a estar tan confundidos? ¿O Para negarnos por siglos la posibilidad de vivir en plena libertad con respeto y amor hacia el otro?” amplía para enseguida dejar en claro que otra cosa los une subjetivamente “Con su pluma, una se arroja a la canción con los ojos cerrados y totalmente abismada. Somos altos gozadores de esta vida, nos conmueve de forma similar la estructura perfecta de una flor y lloramos de alegría por una noche estrellada” define poéticamente.
El disco nombrado con el oxímoron El veneno de los Milagros (ver reseña) es el fruto vital de este encuentro. Presentarlo en vivo y en directo lo hace presente, lo revive o le da nueva vida. “Cada vez que hay un convite de estos, de lo que se suceden con tanta fuerza y fluidez uno queda por lo menos con una sensación de expansión de los sentidos. Creo que tanto Gabo como yo nos quedamos con algo de cada uno para siempre. Así sucede cuando uno se enamora y se entrevera en creación, en este caso, musical. Algo queda del otro para siempre conviviendo con uno” cierra y no queda otra que esperar el próximo encuentro que haga revivir aquello que fue parido desde la misteriosa profundidad de la creación humana.