Esta nueva visita a la argentina lo trajo acompañado por una Orquesta para bodas y funerales, dos trompetas, dos tubas, un saxo que intercambió con el clarinete, dos coristas, un vocalista que también se encargó de las percusiones y su presencia que aportó algunos arreglos de guitarra, algo de percusión, voces y el glockenspiel en el contexto de una orquesta dirigida desde su asiento sin necesidad de demasiadas indicaciones: la sensación a lo largo del set es que cada canción había sido tocada cientos de veces.
La segunda cuestión que es bueno destacar, es que la excusa para la gira fue la presentación de su disco Champagne for Gypsies editado hace algunos años pero que continúa siendo actual, más si tenemos en cuenta que plantea por un lado el descubrimiento de las tradiciones culturales gitanas y por el otro el peligro de la discriminación que dicho pueblo sufre actualmente en los países más ricos de Europa.
En este sentido la gran virtud de la propuesta fue centrarse en el disfrute sin dejar de lado esta idea de traer al presente las tradiciones locales. Tal vez por eso, los integrantes de la orquesta estuvieron vestidos con atuendos típicos, algo así como si un grupo de folclore tradicional argentino visitara Noruega y mantuviera su vestimenta cantando en argentino, lo cual resultaría extraño si tenemos el prejuicio de que para entender la música hay que comprender cada palabra que se dice. Como en este caso hipotético, no todos los que estuvieron en el Teatro conocían el idioma en el que se cantaron las canciones. Poco importó para aquellos que consideran que el arte va más allá del entendimiento racional.
Algo para destacar es que a priori el Teatro Opera parecía un espacio algo raro para una propuesta que tiene más de salto, festejo y baile que de escucha sentada y pasiva. Finalmente lo fue, al punto que al tercer tema más de la mitad del público se agolpó en los pasillos y dio rienda suelta a lo que generaba la música: una incontrolable ganas de festejar que a lo largo de las más de dos horas del show atrapó, sin exagerar, a cada uno de los que había colmado el teatro. También fue cierto que el nivel de permisividad y de buena onda circuló sin drama en el ambiente. Cada quien vivió la música como quiso sin molestar al de al lado y concluyendo al final de la noche en una fiesta colectiva digna de un casamiento en el que uno solo quiere irse a dormir cuando lo echan.
Precisamente a nivel musical la orquesta jamás tuvo altibajos, esencialmente porque la dirección de Goran la mantuvo en una intensidad tan vital que no dejó lugar al descanso. Canciones “Gas Gas Gas” con la que inició el show, “Mesecina” unas de las canciones más identificables de Undergound, “Bella Ciao” y “Kalasnjikov” fueron alguna de las que hicieron hervir la sangre de los presentes así como también encender pasiones.
Para destacar por su variedad y calidad musical es justo mencionar la labor del percusionista – vocalista Muharem Redzepi. Con un perfil bajísimo, su presencia a la hora de manejar la base de las canciones y ser la voz principal de las mismas, fue clave, al punto de recibir un estruendoso aplauso comparable al de Bregovic. En un clima de fiesta general la orquesta pasó por sus manos y su voz al punto de animarse al castellano y al portugués en algunas canciones que así lo pedían.
El cierre luego de gritar varias veces “A la carga” como una arenga antes de realizar las canciones, dio la pauta de que esta vez Goran y su Orquesta vinieron a traer la alegría digna de un festejo de bodas con el chupi y la joda de rigor. Seguramente volverán a visitar y a calentar el ambiente. Los esperaremos.