Con un hermoso arte gráfico que da cuenta de la melancolía redentora del grupo, Juvenilia propone un disco de post punk y new wave que si te gusta el estilo deberías escuchar obligatoriamente.
Con un hermoso arte gráfico que da cuenta de la melancolía redentora del grupo, Juvenilia propone un disco de post punk y new wave que si te gusta el estilo deberías escuchar obligatoriamente.
Obras de Juventud es lo que podría definirse como un disco de manual sin por ello resultar una burda copia de los referentes del post punk y de la new wave, que seguramente han alimentado con horas y horas de escucha al combo femenino / masculino que hoy conforma la banda. Es claro que el grupo no le tiene miedo a cierta literalidad por lo que ya desde el nombre del disco (que refiere directamente a la obra que escribió Miguel Cané y da nombre a la banda) la idea es la de generar estados melancólicos que recuerdan a tiempos perdidos. En Obras… hay un espíritu adolescente que sobrevuela todas las canciones sin por ello ser naif. Es claro que hay una mirada con cierto cariño y dulzura de esos años y esa parece ser la mejor manera de definir la atmósfera lírica y musical del grupo.
Un sonido claro y brillante da inicio al disco con “Cuerpos” en donde el bajo no duda en marcar el rumbo. La canción recuerda vagamente a Transmition de Joy Division, pero también tiene cierto aire al Virus menos pop. La voz de Daniela Lavenas aporta una melodía vocal existencialista y sensual que se potencia luego con “Aterrizar” en lo que es una de las canciones más gancheras del disco.
Los teclados (que a lo largo del disco tienen un protagonismo clave) marcan la melodía en “Los Buhos no son los que parecen”, en donde un estribillo de pop épico marca una historia de desamor. “Imagen Rota” es una de las canción densa, cruda y rockera (con gran protagonismo de las guitarras) con una atmósfera densa que recuerda a ciertos momentos de bandas como P.I.L. “Solíamos reírnos más” en cambio recuerda algo de los Smashing Pumpkins más pop en lo que tal vez sea el pequeño hit del disco.
Mientras “Luces Lentas” propone un ritmo apto para una pista de baile, “Obras de la Juventud” es una hermosa oda a la música y a su valor evocativo. “La música me lleva a esos lugares olvidados” canta Daniela entre el repiqueteo del bajo y melodías que melancólicas que “Belleza en la oscuridad” luego transforma en sensibilidad pop gracias al sutil trabajo de las guitarras.
La última parte del disco comienza con “Acorralados” que remite al Morrissey más dramático y a esas descripciones del mundo hostil en que vivimos. “Distorsión” es la canción más ochentosa del disco (especialmente desde los teclados y la batería) sin por ello resultar exageradamente edulcorada algo que por suerte tampoco sucede en la intensa “Cenizas del Silencio” y sus reverbs dignos de los popes de aquella época. “Crinblanca” además del cierre de la obra, propone un final onírico, atmósferico y épico en lo que es un bello final para un disco que sabe hacia dónde quiere llegar y cómo lograrlo.
Con Obras de Juventud, Juvenilia logra una hermosa obra donde la sensibilidad aparece a flor de piel. La sensación es que el grupo logra abrir su corazón y contagiar con su propia historia a aquel o aquella que escucha, utilizando desde lo musical un impecable conocimiento de los vericuetos que propone el new wave y el post punk. Si sos un alma sensible, esta será tu banda de sonido por largo rato.