Ancestro: Viaje hacia ninguna parte.

Ancestro “El Gran Altar”. Necio Records. Perú. 2017
El trío casi cien por ciento instrumental (Boris Baltodano en Bajo, Diego Cartulin en Guitarra, percusión y teclados junto a Victor García en Batería)) transita un camino más que interesante: el que busca llevarnos a través de un Perú psicodélico y lisérgico sin por ello remitir a sonidos tradicionales y folclóricos.
Desde el inicio con la intensa “Icaro” (en el que el mito se resignifica con el instrumental del efecto wah wah y los riffs repetitivos y mántricos deudores del Sleep más ganchero) hasta el final con “Gallinazos” (en la que las percusiones ancestrales se entreveran con el riff de guitarra y las inteligentes melodías construidas desde el bajo) el trío insiste en contarnos su historia y hacernos imaginar ese Perú Rojo y Ancestral que vemos en la tapa del disco. Los doce minutos de “Purga/El gran Altar” son reflejo de esto que decimos. Un comienzo bien sutil que recuerda al Pink Floyd más lisérgico permite que el clima y la banda crezcan en intensidad. El resultado es una explosión que, sostenida en el repiqueteo percusivo de la batería, logra un clima épico admirable. Gran viaje proponen los muchachos a través de un conjunto de canciones que sostienen con decisión la propuesta.
Culto al Qondor: Sobrevolando.

Culto al Qondor “Templos”. Necio Record. Perú. 2017
Si hablamos de color local y tradiciones Dolmo en guitarras, Aldo Castillejos en batería y Chino Burga en bajo; eligen el cóndor como símbolo de una música que sobrevuela a través de distintos estados de conciencia.
Con un gran uso de delays, loops, drones y climas noise; cada canción parece ser una escena de aquel cóndor que sobrevuela las montañas peruanas. “Martillo” inicia en descenso con un clima intenso, pesado y dramático en el que todos los integrantes se van sumando a las atmósferas construidas por la viola. Luego la canción se transforma con un riff hiper ganchero en el que el trío suena cómodo. “Amanecer en tres cruces” propone un comienzo que remite al Floyd más psicodélico y rápidamente sube en intensidad hasta explotar cacofónicamente sobre el final, mientras que “Antiguos Dioses sobre Chilca” tal vez sea la mejor demostración de la profundidad sonora del disco. Si tuviéramos que mencionar el carácter de la canción, deberíamos hablar de una bien entendida cacofonía. Es inevitable no imaginarse el paisaje oscuro y tormentoso que propone la canción, incluso voces lejanas dan la pauta de que algo metafísico está sucediendo. “Templos” lo termina de confirmar para cerrar el disco: el sobrevuelo sostenido del bajo mezclado con las atmósfera de guitarra cierra de manera más pacífica un disco bien intenso. Buena progresión de canciones y grandes climas para un disco que tiene bien en claro hacia dónde ir y cómo. No es poco.
Rito Verdugo: El stoner es rock

Rito Verdugo: “Cosmos”. Necio Records. Perú. 2017
Rodrigo Chávez en guitarras y voces, Carlos Del Castillo en bajo, Alvaro Gonzales del Valle en la otra guitarra y Luis Rodríguez en batería proponen un stoner rock pirotécnico y ganchero en la que la referencia más evidente son los suecos de Truckfighters. Con un sonido low fi (especialmente desde las voces) es evidente cuáles son los objetivos del cuarteto: por un lado construir canciones donde el riff principal sea lo suficientemente efectivos para anclarse en la mente del que escucha, por el otro salir de la comodidad de la estructura estribillo-riff recordable con algunas referencias a otros estilos. Entre las primeras resaltan “Sombras” (el veloz inicio del disco) y “Resurrección” en donde la onda al primer QOTSA es evidente. Entre las segundas aparece el clima doom de “Inerte” y el cierre denso con “Andar por andas”. En el medio canciones como “Prisionero” remiten a “Cochise” de Audioslave con la densidad propia de lows que propone la banda. La sensación es que las canciones funcionan y cuando incorporan referencias a otros estilos lo hacen aún más. Bien por ellos.
La Ira de Dios: Navegando por el espacio.

La Ira de Dios: “Hacia el Sol Rojo”. Necio Records. Perú. 2018
La idea de experimentación tal vez es la mejor forma de definir lo que sucede en este “Hacia el sol…” y en ese punto “A 3000 años blues”, “Ruge” y “La señal” pueden ser la mejor manera de definir lo que sucede en el disco. Cada una responde a su modo la pregunta sobre cómo sería el blues en el futuro o en el espacio exterior generando los climas y atmósferas necesarios para que uno imagine la respuesta. En este punto es interesante percibir como el cuarteto (Chino Burga en guitarras y voces, Alí en bajo, Tito en batería y Juanjo Salazar que sumó teclados en “Ruge”) tienen la suficiente paciencia para crear canciones lentas y oníricas sin por ello aburrir en el proceso. La extensa “Empirea” con varios pasajes de post metal y drone es otro de los momentos donde el grupo se pone épico en franco contraste con canciones como “Perdidos en el espacio” o “Cabalgando en la oscuridad” donde la cosa va por el lado de las melodías accesibles con voces rotas y rockeras. La última parte del disco entre reversiones más crudas y tomas alternativas propone una reversión de Perdidos… en plan tributo a Hawkind. Viaje por el espacio asegurado.