Contra todos los pronósticos y los anuncios de la producción pasadas las 20:30 el mismo Peter lanzó un lacónico “This is Regret” (primer canción de “Republic”) en vez de comenzar como estaba estipulado con un pequeño set de Joy Division. Lo cierto es que fue una gran decisión. Con un sonido fuerte, claro y nítido Hooky pareció desde el principio querer contarnos su historia más bailable a través de sus canciones y el transcurrir del set transformó al Teatro Vorterix en una especie de discoteca rockera. En este punto la mencionada “Regret” junto a otras como “Liar”, “Everyone Everywhere”, “Chemical” o “Spooky” fueron aquellas que permitieron entender la trascendencia que tuvo aquel álbum para trasladar el ánimo rockero y la sensibilidad del synth pop a la pista de baile sin por ello tener que necesariamente desarrollar una música pasatista. “Republic” es una obra que problematiza aquella nueva época en donde tal vez la mayor pregunta pase por la alienación del hombre contemporáneo y sus consecuencias (el egoísmo, la soledad, la mentira y la incertidumbre). En este punto la propuesta de la banda se movió con soltura con una postura bien rockera pero que jamás perdió de vista las necesidades de las canciones (estribillos a tres voces, arreglos electrónicos, gancho) como tampoco le escapó a las atmósferas densas y oscuras propias de la época. “Avalanche” fue el cierre del disco y de la primera parte del show en donde el grupo entendió perfectamente como reproducir el ánimo del disco con un ojo puesto en el presente.

Como fue lógico la segunda parte del set incluyó en su totalidad “Technique” anterior a “Republic” (el primero es del 1989 mientras que el segundo es de 1993) pero con guiños similares hacia lo contemporáneo de aquella época. La gran virtud de este disco fue la de permitirse al interacción explicita entre el rock y la pista de baile (además de ser una manera concreta de separar a los New Order de la historia de Joy Division) por lo que la representación que la banda hizo del disco en vivo fue literal: si en la primera parte del set se habían insinuado algunos elementos bailables en esta segunda parte esta característica fue llevada al límite. Entonces aparecieron temas como “Fine Time” o “Mr. Disco” que invitaron a bailar como si se escapara el mundo con una banda aún más cómoda con las canciones que en la primer parte del set, pero también capaz de generar estados melancólicos en canciones como “Round and Round” y “Vanishing Point”. Fue en estos momentos del set y en canciones como “Love Less”, “All The Way” o “Dream Attack” donde el grupo mostró su mejor versión y generó la mayor respuesta de un público que rondó las mil personas: una interesante disputa entre saltos, bailes y melodías coreadas que dieron la pauta de que cada quien fue atravesado por la música según su propia idiosincracia. De algún modo aquí Peter Hook mostró su verdadera cara: la de un rockero que ama las pistas de baile. Si bien su actitud despojada, pendenciera y cuasi punk se percibe claramente en su manera de “atacar” las canciones, también es el mismo tipo que dejar lugar a que su banda se luzca en la interpretación. Por eso el grupo sonó potente cuando Hookie dobló bajos con Jack Bates para destacar los graves, tuvo una impecable tarea cuando Paul Kehoe se puso al hombro la percusión eléctrónica y descansó con sutileza de los efectos de guitarras de David Potts, hermanados en los shynts de Martin Rebelski tan clásicos como modernos según las necesidades de las canciones. El aplauso al final del set fue ensordecedor así como las caras de alegría de los que estaban en el escenario. Este fue el gran momento de la noche.


La tercer parte del show que a pesar de durar ¡tres horas! No fue para nada denso ni reiterativo tuvo como protagonistas algunas canciones icónicas de New Order “True Faith”, “Temptation” y “Ceremony” que se contagiaron rápidamente de la buena onda y las ganas de festejar que se percibió en el ambiente. Incluso la oscuridad de Joy Division con intensas, furiosas y ¡fiesteras! versiones de “Disorder”, “She's Lost Control”, “Shadowplay”, “Transmission” y “Love Will Tear Us Apart” pareció estar tomada por el ánimo bailable de la noche; sin por ello dejar de lado la oscuridad y el dramatismo de los de Manchester. Cierre final, aplausos y la sensación de que Peter Hook dio su mejor show en Buenos Aires tributando su historia, respetándola y explicando a los jóvenes y no tan jóvenes porque mucha de su música tiene a esta altura formato de clásico. Que vuelva.
